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miércoles, 18 de noviembre de 2015

MEGALITOS DE BARCARROTA. UN PASEO POR LOS ORÍGENES DEL HOMBRE.

El fenómeno megalítico despierta siempre cierto interés al que nadie es indiferente. Más allá de la incomparable belleza otorgada por una rudimentaria arquitectura frente a otras manifestaciones como catedrales, palacios o castillos, están las preguntas que seguramente alguna vez nos hemos hecho: ¿cómo se hicieron?, ¿para qué sirvieron? Y aquí, en el desconocimiento radica su principal atractivo: la fascinación por el misterio.

La ciencia da respuesta a la obsesiva necesidad por saber y entender del hombre. El estudio de los restos prehistóricos, menhires o dólmenes como monumentos, herramientas, huesos o incluso de vasos o ídolos y objetos de ajuar, permite a la arqueología descifrar las incógnitas de la Historia sustituyendo la fantasía por la realidad.

La muerte es un hecho con todas las connotaciones negativas para el hombre, sin embargo las pirámides de Egipto no evocan los mismos sentimientos que nuestro tradicional cementerio; tampoco los dólmenes. Aquella gente los construyeron como culto a sus difuntos. No obstante, algunas curiosidades despiertan cierto interés, sobre todo que el corredor, los que lo tienen, esté orientado hacia el Este, hacia Oriente, por donde sale el sol,  como si relacionaran la muerte con los fenómenos cíclicos del sol ante un posible retorno a la vida. Pero también junto con la luna y las estrellas marcaban los ritmos agrícolas y ganaderos.

En Barcarrota aparecen una multitud de dólmenes esparcidos por su término municipal. Hace unos años se establecieron cuatro rutas hoy más que olvidadas. La denominada “Oeste y Suroeste” presenta una especial combinación de megalitos. Comienza con el menhir La Pitera, de los pocos que existen en Extremadura y a pocos metros dos dólmenes, La Rana y San Blas, flanqueando una cañada real mesteña. No muy alejado de ellos se encuentra el dolmen El Milano, el más grande de la localidad. Por último está el imponente dolmen de La Lapita, espectacular y bien conservado.

Partiendo desde Barcarrota tomamos la carretera EX-313 en sentido hacia Táliga. En el punto kilométrico pK 3.6 podemos ver la señalización del dolmen El Milano a la derecha, y el camino que conduce hasta él a la izquierda de la vía. Sin embargo, pasaremos de largo para adentrarnos a la vuelta. Es en el pK 6.1, después de la señalización “Menhir y dólmenes” que también se encuentra a la derecha, donde giramos a la izquierda abandonando el asfalto para tomar la cañada real mesteña, junto al descansadero hoy reconvertido en zona de disfrute como merendero pero que no hace de esto apenas tiempo, era usado por los pastores trashumantes de abrevadero y para la pernoctación del ganado, pues se trata de un recinto con forma rectangular con un cerramiento arbolado que proporcionaba refugio y abrigo.


Menhir La Pitera




























Recorridos 1.9 km de esta vía pecuaria y en su margen derecho, dejamos el vehículo a la entrada de la finca El Cenegal. Caminando los a€proximadamente 50 metros de ancho de la cañada hacia el margen izquierdo, podremos ver el menhir “La Pitera”, en terrenos de propiedad privada (GPS: 38°30'55.123"N, 6°55'2.715"W). Se trata de un bloque granítico de cuatro metros y medio, que presenta un extremo apuntado.

Se encuentra tumbado y fracturado por la mitad, relegado y apartado de su utilidad original que, por otra parte, no son más que puras suposiciones; como símbolo fálico, calendario solar o estelar, señal territorial, monumento conmemorativo, religioso o en honor a alguien importante del clan. Su orientación Este podría apuntar una posible función ritual. Puras especulaciones.


Dolmen La Rana

 
De vuelta a la posición del vehículo y rebasando el paso de tipo canadiense nos adentramos en la finca El Cenagal, recorriendo unos 300 metros de la pista hasta llegar a la portera (así se denomina aquí a la cancilla) de la parcela que da nombre al megalito de La Rana, a la izquierda del camino. El dolmen se encuentra en la posición GPS 38°30'36.401"N,6°55'15.156"W, rodeado a escasa distancia por una charca y multitud de majadas y zahúrdas derruidas que nos indican claramente la tradición ganadera de estas tierras, como perenne testigo desde hace un puñado de miles de años.



Dolmen San Blas

 

Continuando de nuevo la ruta por la cañada real mesteña y avanzando aproximadamente 1 km (2.9 km desde el descansadero del inicio) buscando el margen izquierdo, llegaremos hasta la finca San Blas de Arriba. Caminamos bordeando el cortijo dejándolo a nuestra izquierda y en escasos 200 metros estaremos frente al dolmen San Blas, perfectamente camuflado entre encinas y chaparros, mimetizado en el terreno.  (GPS: 38°30'19.907"N, 6°54'35.286"W). Pocos son los pasos que le separan de una pared de piedras, continuamente amenazada por la aparición de un inesperado portillo, y que sirve de guía para el caminante que decida bajar un ciento de metros para encontrarse con los restos de una torre conocida como La Ermita, pero que ningún habitante de la zona relaciona con ningún edificio de culto.







Dolmen El Milano

Al dolmen de El Milano se accede siguiendo el camino anteriormente citado y que nace en el pk 3.6 de la carretera EX-313. Ahora, ya en dirección Barcarrota lo tomamos a la derecha y nos adentramos en torno a 800 metros. Entonces, abandonamos la senda principal y nos desviamos hacia la bifurcación de la izquierda, más estrecha, que nos guiará  300 metros más adelante hasta un cortijo en su final. Es momento de poner los pies en la tierra para pasar por el corral del cortijo y divisar un poco más abajo el dolmen (GPS: 38°30'48.348"N,6°53'55.114"W).

A poco que la suerte acompañe nos encontraremos con D. Francisco Domínguez y su hijo Francisco Javier, dueños de la explotación ganadera y que a buen seguro harán de improvisados guías. No pocas anécdotas y sucesos han conocido de El Milano: el intento infructuoso de restauración y las peripecias que sufrieron varias grúas; los minuciosos trabajos de excavación por parte de los arqueólogos que extrajeron vasos, herramientas, huesos y además, unos cuantos dientes después de “cribar tierra durante dos días y ni uno picao”; el origen de algún ortostato “que parece ser que es de la zona de Alconchel” o el profesor que sienta a sus alumnos alrededor del dolmen para darles “un paseo por los orígenes del hombre”.

Parece lógico que las piedras que forman El Milano sean de la zona, concretamente de un afloramiento granítico un par de cientos de metros al noroeste. Sin embargo, las dos jambas de la intersección entre la cámara y el corredor son de diorita, material que no existe en el entorno. Una curiosidad de este dolmen está en el análisis polínico de uno de los vasos hallados en las excavaciones arqueológicas, resultando que el polen encontrado pertenece casi en su exclusividad a la flor de Muscari neglectum, conocida como nazareno o cebollica de milano, y que bien pudiera corresponder a una ofrenda floral.


Dolmen La Lapita

Pero sin duda alguna, el dolmen de mayor belleza y con un aceptable estado de conservación es el de La Lapita. En el punto kilométrico 3.5 de la carretera BA-026, a la derecha en dirección a Valverde de Leganés, se encuentra la entrada a la finca. Tras superar los primeros 50 metros del camino que llevan al cortijo, giramos 90 grados hacia la izquierda por el campo, a través de encinas y alcornoques. En un par de minutos llegaremos al dolmen (GPS: 38°32'54.323"N, 6°52'49.598"W) que es de cámara poligonal con corredor. Menos monumental que El Milano y más pequeño, los siete ortostatos que forman la cámara no logran alcanzar tres metros de diámetro, pero sin embargo, el hecho de que su cubierta aún descanse en cuatro de ellos le confiere una figura preciosa y visualmente placentera, aumentada por la presencia de cazoletas como motivo de decoración.




























Hermosina o Mezquita 1,  El Palacio o Mezquita 2, Cabezo Terrazo, Tajareño, Rocamador y En Medio completan las manifestaciones dolménicas en Barcarrota. Su ubicación en hermosos entornos paisajísticos pero poco proclives a las masificaciones turísticas, que son malas compañías para el medio ambiente, permiten contemplar y disfrutar de un legado cultural que adereza el importante valor natural de la dehesa extremeña. 




Esta entrada forma parte del libro "Rutas para descubrir Extremadura", patrocinado por la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y que fue presentado en el VI Encuentro de Blogueros de Extremadura, celebrado el 24 de octubre de 2015 en el Convento de La Coria, sede de la Fundación Xavier de Salas


Pincha en la portada del libro para descargarlo

lunes, 19 de octubre de 2015

VI ENCUENTRO DE BLOGUEROS DE EXTREMADURA




Para asistir no tienes más que enviar un correo con tu nombre a:
extremadurablogs@gmail.com
La asistencia es libre y gratuita hasta completar aforo.

miércoles, 22 de julio de 2015

MEANDRO MELERO

A nadie escapa que los dioses nacieron en Extremadura pero, también es cierto, no se quedaron a vivir por mucho tiempo en esta bendita tierra. Las condiciones de vida no eran demasiado favorables y se fueron. Nada se supo de ellos.

Abandonados a su suerte, el hombre y la naturaleza supieron ingeniárselas en Las Hurdes. Imágenes como el meandro Melero sólo son posibles si se entiende que, para que aquí la vida se abriera paso, fueron necesarias elevadas dosis de constancia y paciencia. En el genoma del hurdano está escrito: “Aquí, el tiempo lo dan dao”.



El río Alagón discurre por este paraje sin prisas, que fueron siempre malas consejeras, haciendo de frontera entre las provincias de Cáceres y Salamanca. Desde Riomalo de Abajo, alquería de Caminomorisco, se puede acceder al mirador de la Antigua siguiendo la verea de los pescadores y disfrutar de esta maravilla natural.

jueves, 18 de junio de 2015

EL DEPÓSITO O VIEJO LAVADERO





La vida, tal como la entendemos está basada en la presencia de agua. Todos nosotros somos mayoritariamente agua, alrededor de un 70%, pero más allá de la fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee, la vida del hombre como relación con sus semejantes también está muy ligada al agua desde tiempos remotos. Lugares de encuentro como los baños, fuentes, abrevaderos, pilones o pozos, son sitios de confluencia, relaciones y reunión. Y también los lavaderos.

Y  es  que  un  lavadero  fue  un  lugar  especial,  reservado  casi  en  exclusiva  a  la  mujer,  que tradicionalmente ha sido empujada a realizar trabajos ingratos como el de lavar la ropa, entre otros. Tantas horas dedicadas a este impagable oficio, propicia actividades paralelas. No pocas fueron las coplas y juegos de palabras, confesiones y desahogos, comentarios y pareceres de la crónica social.

A las afueras de Trujillo se encuentra un singular lavadero denominado El Depósito o Viejo Lavadero.  Aquí  las lavanderas  de  Belén,  Huertas  de Ánimas  y  Trujillo  se congregaron  para llevar a cabo su labor. Es un edificio perteneciente al último tercio del siglo XIX, con forma de “L”, de piedra y ladrillo y con arcos de medio punto que sostuvieron una cubierta, que será repuesta en breve, y que bordean una charca central.

Teresa, que es la lavandera que Antonio Reyes Huertas da vida en "La Promesa", protagoniza una historia de amor que adorna la cotidiana estampa de un lavadero.


 “Con el cabello alborotado, las ropas mojadas y con los ojos llenos de viento,
la moza temblaba restregando, al lavar, los dedos en el batidero de granito.” 



“Me has dicho que soy bonita,
yo no sé si lo seré,
pero si tú me lo dices,
bonita quisiera ser”


Impresiona  el  casi  centenar  de  pilas,  concretamente 94, alineadas  en  una  disposición  que evocan a un cementerio. Fueron testigo de numerosos secretos que aún conservan y amplían con las visitas de parejas que se dejan llevar por el amor ... y el placer también. Y ahí siguen, discretas, sin soltar una palabra, calladas como tumbas.