A nadie escapa que los dioses nacieron en Extremadura pero,
también es cierto, no se quedaron a vivir por mucho tiempo en esta bendita
tierra. Las condiciones de vida no eran demasiado favorables y se fueron. Nada
se supo de ellos.
Abandonados a su suerte, el hombre y la naturaleza supieron ingeniárselas
en Las Hurdes. Imágenes como el meandro Melero sólo son posibles si se entiende
que, para que aquí la vida se abriera paso, fueron necesarias elevadas dosis de
constancia y paciencia. En el genoma del hurdano está escrito: “Aquí, el tiempo
lo dan dao”.
El río Alagón discurre por este paraje sin prisas, que
fueron siempre malas consejeras, haciendo de frontera entre las provincias de
Cáceres y Salamanca. Desde Riomalo de Abajo, alquería de Caminomorisco, se
puede acceder al mirador de la Antigua siguiendo la verea de los pescadores y
disfrutar de esta maravilla natural.